Empleados de Comercio. Corrientes 450 1º piso.
Federico Vega. Susana Rozas
El sueño
Soy el hombre que alguna vez se enamoró
de una chiquilla apenas mayor de 18 años. Hace tanto. No supe alimentar ese
amor.
Se puede pensar que había otra
mujer, es lo común ¿no? Pero no. No había nadie más que mi propio desamor.
Suena feo, pero es real.
Quedan solamente los hijos. ¡Qué
haría sin ellos! Betiana me asiste, se fija en mínimos detalles para que yo
pueda vivir bien
Y para que la señora que me cuida ¿cómo se
llama? Ah, sí, Rosa, no se olvide de nada.
Me engaño en cómo llegué a esto
pero sí, lo sé.
Fue después de llegar del viaje,
claro, estresado por ese deficiente negocio que me sentía mal. Después no
recuerdo, voces, un espacio blanco.
Betiana y Federico (tuvo que venir de tan lejos, pobre, por mi culpa) diciéndome:
ya está bien papá, no te preocupes por nada. Entre susurros escuché la palabra
secuela.
Me vienen a la memoria esos
momentos que me apesadumbran. ¿Habré hecho mal las cosas? ¿No debí haber
actuado así? Sólo puedo llorar, los años me sensibilizan. No me siento bien..
…..
Estamos en la playa con los
chicos. Felices. El aroma a mar y esta arena caliente me pueden. Miro a mis
hijos y a ella, mi amor; pienso cuánto los amo. Y un día pensé que no la quería
más. Fueron épocas difíciles, sí, los problemas económico, el espacio, de repente
dos niños, la inexperiencia, la juventud. Dije basta de esto. Así.
Puedo decir que soy feliz con
esta familia que Dios me dio. Betianita terminando la secundaria y Federico
todo un señor, pronto será bogado.
Un detalle arruina mi paz: el
sueño recurrente con ese señor, triste, viejo. Arrepentido.
Elisa González
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