jueves, 25 de diciembre de 2014

Poema de Navidad

Poema de Navidad
Para eso fuimos hechos
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Para enterrar a nuestros muertos
Por eso tenemos brazos largos para los adioses
Manos para tomar lo que fue dado
Dedos para cavar la tierra.
Así será nuestra vida:
Una tarde siempre por olvidar
Una estrella apagándose en la sombra
Un camino entre dos sepulcros –
Por eso necesitamos velar
Hablar bajo, pisar suave, ver
A la noche dormir en silencio.
 No hay mucho que decir:
Una canción sobre una cuna
Un verso, tal vez, de amor
Una oración por quien se va
Pero que esa hora no olvide
Y por ella nuestros corazones
Se dejen, graves y simples.

Pues para eso fuimos hechos
Para confiar en el milagro
Para participar de la poesía
Para ver el rostro de la muerte –
De repente nunca más esperaremos
de la muerte, apenas
Nacemos, inmensamente.

                                         Vinicius de Moraes.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Apenas un instante, Elsa Palma

Cafetín Literario
Asociación Empleados de comercio; Rosario.

Apenas un instante
-Lo que me faltaba_ pensó para sus adentros_ llegar cansado del trabajo y tener que compartir el ascensor
con ella. Era la del octavo, octogenaria, quejosa y habladora. Ni su propio hijo la toleraba, ya hacia tiempo que no se lo veía por el edificio.
 Recordó la dura tarea del día: tratar de explicar a sus  alumnos las diferencias entre las raíces de las plantas.
 Apenas comenzó la clase se dio cuenta de  que el tema no les interesaba en absoluto; pero sucedió algo inesperado, pasados unos minutos,  hicieron silencio y prestaron atención.
¿Qué habré hecho para lograr este milagro? –se preguntó.
Habló de dos tipos de raíces: en primer lugar las que profundizan en busca de agua venciendo cualquier obstáculo que se les interponga y si hay sequía son capaces de llegar hasta  la napa para extraer tan vital elemento.
Otras, en cambio, se distribuyen  como una cabellera, horizontalmente, utilizando el agua cercana a la superficie, dependen de las lluvias  que pueden ser abundantes o escasas ya veces, el anclaje no es suficiente entonces  cualquier viento derriba la planta entera.
Se sorprendió cuando uno de los pibes le dijo:- como en la vida,  no, profe?
No supo qué responder.
En esos pensamientos andaba cuando cesó el parloteo y se dio cuenta de que la vecina había dejado el ascensor.
Llegó al último piso y  entró.
No podía despegarse de las palabras del alumno que aparecían recortadas, mutiladas,”…como en la vida…”
Sintió el peso en los hombros.
 Era su propia vida.
Se recordó pequeño y huérfano. A horas de parir, la madre huyó del hospital con otro hombre, dejando atrás para siempre hijo y marido. El  padre, hombre de pocas palabras lo crió sin cariño y decía una y otra vez: si llegaste a ser alguien me lo debés todo a mí, fui el único que se ocupó de vos.
Ni bien pudo se fue, sin preguntar, sin discutir. Nadie le pidió que volviera.
Tuvo varias parejas y se negó a tener hijos. ¿Acaso el podría dar lo que no había recibido? ¿Sabría abrazar, besar, amar a un niño? Las mujeres no se arraigaban.
Él era como esa planta con raíz superficial,  esclavo  sediento de las pocas gotas de agua que se evaporaban velozmente en la sequía de su alma, hambreado de amor y casi sin arraigo.
La ventana, estaba cerca y no dudó.
Ya en caída libre, no hizo el inventario de su vida, ¿para qué?, los recuerdos lo acosaban permanentemente.
 El trayecto le pareció corto, sintió un golpe, un balanceo y luego…la nada.
Cuando recuperó la conciencia estaba en una cama, seguramente de algún hospital de emergencias, reconstruyó sus actos sin emoción y quedó concentrado en la sensación de balanceo final, le pareció escuchar un parloteo conocido, abrió lentamente los ojos y vio una mano nudosa, manchada por la edad que sostenía con cálida firmeza la suya, anclándolo en la vida, con la otra, le acariciaba la frente mientras lo miraba con dulzura y aflicción.
Sintió ese calor que sienten los niños cuando ya relajados se abandonan al sueño en la seguridad del hogar.
La anciana no lo sabía entonces pero en el mismo instante que abrió ese toldo que lo acunó, había parido un hijo soñado y a él ¡justamente a él! le había nacido la madre que tanto anheló.

                                                                               Elsa Palma

Poema de Alicia T. González

Cafetín Literario
Asociación Empleados de Comercio. Rosario. Federico Vega-Susana Rozas
Poema
Íbamos por el camino
De ensoñación
Que da la primavera

Nos descubrimos sorprendidos,
El mundo pletórico
Se ofrecía.

Tenías al mirar
Transparentada el alma,
Las manos unidas
Vibraban de energía.

Del corazón las palabras
“Para siempre”
Manaron cristalinas
De esperanzas.

Creímos que el mañana
Juntos nos abrazaría
Sin pensar que lo oculto

Agasapado, tendiendo redes
Como viento que enmaraña
Y fuga

El hoy, añoranzas:

Un suspiro en a tarde,
Un lágrima que regó
Aquella carta
Y ese pétalo que guarda
Entre aromas vacíos
Lo que dijo el poeta:[1]

“Es tan corto el Amor
Y
Tan largo el olvido”.

                                                                                Alicia T. González


[1] Neruda, Pablo.