viernes, 21 de noviembre de 2014

El sueño, Elisa González

Cafetín Literario
Empleados de Comercio. Corrientes 450 1º piso.
Federico Vega. Susana Rozas

El sueño
Soy el hombre que alguna vez se enamoró de una chiquilla apenas mayor de 18 años. Hace tanto. No supe alimentar ese amor.
Se puede pensar que había otra mujer, es lo común ¿no? Pero no. No había nadie más que mi propio desamor. Suena feo, pero es real.
Quedan solamente los hijos. ¡Qué haría sin ellos! Betiana me asiste, se fija en mínimos detalles para que yo pueda vivir bien
 Y para que la señora que me cuida ¿cómo se llama? Ah, sí, Rosa, no se olvide de nada.
Me engaño en cómo llegué a esto pero sí, lo sé.
Fue después de llegar del viaje, claro, estresado por ese deficiente negocio que me sentía mal. Después no recuerdo, voces, un  espacio blanco. Betiana y Federico (tuvo que venir de tan lejos, pobre, por mi culpa) diciéndome: ya está bien papá, no te preocupes por nada. Entre susurros escuché la palabra secuela.
Me vienen a la memoria esos momentos que me apesadumbran. ¿Habré hecho mal las cosas? ¿No debí haber actuado así? Sólo puedo llorar, los años me sensibilizan. No me siento bien..
…..
Estamos en la playa con los chicos. Felices. El aroma a mar y esta arena caliente me pueden. Miro a mis hijos y a ella, mi amor; pienso cuánto los amo. Y un día pensé que no la quería más. Fueron épocas difíciles, sí, los problemas económico, el espacio, de repente dos niños, la inexperiencia, la juventud. Dije basta de esto. Así.

Puedo decir que soy feliz con esta familia que Dios me dio. Betianita terminando la secundaria y Federico todo un señor, pronto será bogado.

Un detalle arruina mi paz: el sueño recurrente con ese señor, triste, viejo. Arrepentido.


                                              Elisa González


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