domingo, 26 de octubre de 2014

La niña de mis ojos; De tanto; por Elsa Palma.

DE TANTO
De tanto no responder
a la negra mentira
tengo el corazón amarillo,
de tanto no responder
a la verde envidia
tengo el corazón amarillo,
de tanto no responder
a la roja ira
tengo el corazón amarillo,
de tanto no responder
a la gris indiferencia
tengo el corazón amarillo,
amarillo en flor
amarillo sol
amarillo vida.




LA NIÑA DE MIS OJOS
Era domingo, mi padre estaba de traje y con los zapatos bien lustrados, mi madre con esos hermosos tacos de gamuza negra. Seguramente yo tenía muy poca edad porque la imagen más nítida es cercana al piso verde del vestíbulo, (jamás les escuché decir living), ella se había empolvado antes de pintarse los labios muy rojos. Ya cerca de la puerta comenzó el ritual silencioso: se pararon frente a frente, el la miró  y sacó del bolsillo un pañuelo bien planchado, con decisión se lo atravesó en el profundo escote que dejaba ver el nacimiento de los pechos más que generosos.Tan repetida era la escena que llegué a creer que los vestidos venían con pañuelo que debía llevar el hombre para  tapar a la mujer. Minutos después tomábamos el tranvía hacia el centro y ya en calle Córdoba (que tenía entonces vereda, cordón y calzada) caminábamos hasta que se hiciera la hora.
Mi verdadera fiesta empezaba cuando entrábamos al Heraldo, único cine que proyectaba dibujitos y ahí el tiempo volaba junto con mi fantasía. Me recuerdo feliz. En esa época la imaginación  hacia bellas todas las cosas. Así, Jugar en la vereda bajo el aroma de los paraísos, dormir en el piso del patio cuando el calor apretaba o escuchar la lluvia a toda orquesta sobre las chapas de zinc era maravilloso.
Sé cuando esto terminó: exactamente a los seis años, con la llegada de la educación formal mi inocencia fue poco a poco desplazada por el “uso de razón” como decían las monjas. El deber ser se impuso y nadie respetó mi esencia.
Tuve que hurgar mucho en mi infancia para encontrar este recuerdo resguardado en mi mente como un tesoro, valió la pena hacerlo, la niña que fui estaba ahí, intacta,  como un angel de la guarda, levantándome en las caídas, es más,  aún me habita, lo sé, porque me conmuevo con el aroma de los paraísos y porque cuando llueve siento música bajo cualquier techo que me cobije.

                          Elsa Palma




Cafetín Literario.
Empleados de Comercio. Miércoles desde las 14hs. Corrientes 450, 1º Piso.


                              


                           Elsa Palma

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